SOY UN MORTAL COMÚN, de los que creen que aman: ingenuos que están atados a su carne, a su futuro y a su pasado.

Confunden el deseo, la costumbre y la simbiosis, con el amor... Pobres mortales comunes, miserables, muertos de amor...

Sólo los Eternos, conocedores absolutos de sus límites y poderes, sólo ellos aman...

Sólo los ancianos, que están a punto de liberarse de su cuerpo, sólo ellos aman...

Sólo los niños, que no distinguen las fronteras que te impone la mortandad, sólo ellos aman.

¡Yo ya no puedo amar!

Me he estrellado con el muro indestructible que forman los instintos del cuerpo joven: me he estrellado con el muro formado por tu cuerpo y el mío...

Ignoré los límites de mi mortandad y el de tu existencia... Envejecí de un momento a otro: ¡quiero liberarme de éste cuerpo!

¡Quiero dejar de ser un mortal!...

No soy Eterno... No soy anciano... Ya no soy niño.

Sólo soy un pensamiento esperando a la muerte... Sólo un cuerpo sin motivo... Sólo un fantasma en busca de algo perdido en otra existencia, en otro tiempo, en otro sentimiento... ¡En otro maldito sueño!

 


Bartolo, E. (2000) En: Lectura de Poesía del Taller de Poesía de la SOGEM, Puebla. Puebla: Publicación independiente.

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