Que le vamos a hacer. Aquí nos tocó vivir. En la región mas transparente del aire.

Carlos Fuentes

 

I

Gladys, no logro tocar tus dedos.

No logro tocarte; y me dueles. Tal y como le duele a la tierra el no poder fundirse con el cielo.

Me duelen tus besos de humo; tu ira, dolor y tristeza; el calor de tu cuerpo y el frío de tu alma... Me duelen el universo germinando en tu vientre y la prisión a la que te hemos confinado.

Me duele sentir tu hermoso plumaje atrapado, aún, en la serpiente de tosco veneno.

 

II

Intento fabricar sueños: eso hago, a eso me dedico.

Intento crear realidades alternas que nunca podré habitar.

Me dedico a idealizar momentos que plasmo en hojas secas que el viento arrastra, llevándose con ellas mi esperanza y fe por vivirlas.

Sí, Gladys. Intento ser un fabricante de sueños que podrían ser producidos en serie, a gran escala para que estén al alcance de la mano que quiera tocarlos.

Pero jamás lograrán sentirlos de la manera en que lo hago yo... Yo. Yo que soy un sueño que nadie más puede soñar. Yo que soy un Demonio perdido en el mismo infierno.

Yo que amo tus reptantes pasado y presente.

Yo que amo las alas que tiene tu futuro.

Yo que inicié el mundano incendio, en nuestros espíritus, que dejó la llaga dadora de alas; llaga que muestra el libre camino al cielo.

Yo que no gozo de poderes que alivien las quemaduras que arrastras en tu existencia.

Yo que no puedo liberarte de aquella zigzagueante cadena.

Yo que intenté elevarte al cielo a través de nuestros profanos cuerpos.

 

III

Gladys, mi Serpiente Emplumada.

Mi fantasma, resurrección, sueño y redención.

Mi amiga y enemiga; amada y amante; hermana y madre. Mi todas las mujeres plasmadas en cada una de las cicatrices que vamos dejando en tu piel.

Mi sed encerrada en un cuerpo carente de esperanzas.

Mi anhelada deidad y blasfema conquista.

Gladys: mi poema y mi pesadilla.

 

IV

Quetzal en tu vientre y en nuestros  sueños.

Coatl en aquellas opacas miradas y deseos reptantes que dan forma a tu cuerpo.

Sonrisa de los recuerdos y llanto por éstos momentos.

Refugio que alivia mi dolor y ausencia que lo acrecienta.

Placer por la eternidad de tu mirada y arrepentimiento por lo vanal de nuestros cuerpos.

Vida que se esfuma y muerte perpetuada en aquellos amorosos momentos.

Vida y muerte que te ofrezco en un sacrificio eterno.



Bartolo, E. (2001). En: Garabato. Lectura de Poesía del Taller de Poesía de la SOGEM, Puebla. Puebla: Publicación independiente.

 

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