EL LOCO APRENDIZ DE CUENTISTA

ha muerto.

El loco aprendiz de poeta

ha muerto.

El loco aprendiz de mago

ha muerto.

 

Ha resurgido el eterno.

Han resurgido la ira

almacenada en el cuerpo,

las ganas de amar y de odiar.

Las ganas de reír

y llorar.

 

II

¿En qué he fallado? Se preguntó alguna vez aquel Dios, cuando vio que su creación se destruía a sí misma y, con esto, a él.

¿En qué he fallado?

 

III

¡Eternidad a los muertos! Así lo dijo un Eterno.

Frase que bien nos describe... La eternidad se alcanza después de la muerte; y nosotros tenemos un cuerpo que encierra el alma sin vida que nos da poderes.

Un alma pudriéndose

que nos hace diferentes.

Un alma pudriéndose

que hace el llanto perenne.


¡Estamos muertos

y nadie se ha dado cuenta!

Y todavía conservábamos la fe

en que alguien lo comprendiera.

 

¡Estamos muertos y solos

en este maldito sepulcro!

 

IV

La eternidad no acepta más compañeras que la soledad y la ira.

La desafié con la pequeña Diosa y la pequeña Mortal, pero venció; haciendo gala de su omnipotencia.

No importa cuanto tenga que esperar para que exista alguien que pueda arrebatarme de la eternidad... Que pueda vencerla.

¡Maldita soledad! ¡Maldita ira! Ya no las quiero al lado mío.

 

Porque cuando renazcan, sé que estarán ahí, junto a mi elegida.

Convirtiéndose poco a poco en ella.

Perpetuándose en cualquiera de mis pequeñas.

 

Bartolo, E. (2000) En: Lectura de Poesía del Taller de Poesía de la SOGEM, Puebla. Puebla: Publicación independiente.


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