Terminé de bañarme. Son las ocho de la mañana. El tiempo justo para terminar de prepararme.

Observo mi imagen ante el espejo: ¡es tan real ese cuerpo saturado de alcohol y tan sincera esa alma que tiene!

Lo triste es que tienen que desaparecer.. A cada prenda que coloco, cada mañana en mi cuerpo, la carne de mi alma se va deshaciendo poco a poco, en pedazos... ¡Mi alma se va descarnando!

Con mi ropa interior, mi esencia se va ajustando... Con mi camiseta, mi corazón limita... Con mi pantalón, mis genitales se van controlando... Con mi corbata, camisa y saco, a la sociedad termino de adaptarme...

Después, sólo son crónicas que, como en sueños, escucho al final del día: la sensatez con la que me desenvolví en la junta laboral, la maestría con que manejé a los patrocinadores, la felicitación de mis superiores... Así que el que, al final del día, llega a mi cuarto es sólo un fantasma que socialmente logró un sinfín de metas.

Pero yo soy un legítimo buscador de la verdad... Al arribar a mi cuarto, empiezo a desvestirme: primero el saco, luego la corbata y la camisa; me despojo del pantalón y la camiseta. Al quitarme la ropa interior, sé que sobrevive el ente al que veo hasta antes de las ocho de la mañana... Destapo una botella; enciendo el modular y me dispongo a oír un rock que, desde la década de los setenta, trata de subvivir al igual que mi verdadera esencia: el rockero tratando de ser él mismo, sin límites, sin leyes... Sin barreras que lo detengan...


Bartolo E. (15 de Julio del 2000). Tres Cuentos. En: Catedral Semanario Cultural del Diario Síntesis. #416

 
Anterior

This free website was made using Yola.

No HTML skills required. Build your website in minutes.

Go to www.yola.com and sign up today!

Make a free website with Yola