Por Edgar BARTOLO RAMOS

Caminar en el Mercado de Abastos en una tarde lluviosa es brincar un sinnúmero de charcos que se encuentran en algunos pasillos, con el riesgo de resbalarte si no eres hábil o no estás acostumbrado. Es en uno de éstos pasillos donde podemos encontrar a Doña Áurea Villareal vendiendo hojas de plátano y de totomostle para tamales.


Áurea es su nombre de bautizo y con el que muchos le conocemos (según explicó, antes la madrina ponía el nombre de bautizo), pero su nombre legal es Paula.

Es una persona de 69 años con el porte característico de la mujer del valle: altiva y de profunda mirada, resumiendo la identidad de la mujer oaxaqueña del valle.

Doña Áurea tiene el puesto por tradición familiar: fue de su suegra y quien es sus esposo comenzó a los 14 años de edad en la calle de Miguel Cabrera, cuando muchos de los locatarios del actual Mercado de Abastos expendían en las calles aledañas a los mercados 20 de Noviembre y Benito Juárez. Después lo atendieron sus hijas, hasta que se casaron.

Doña Áurea pertenece al barrio de San Pedro de su natal Zaachila.

-Ahorita como subió el pasaje, pues no sale.- Explicó y es que el valor de la hoja de plátano es de –la fresca a 18, 20, como se preste y claro que no se le gana mucho... Hasta 10 pesos quieren una amarilla.- El problema es que una hoja de plátano no dura más de 7 días. -El día que de veras ya no pueda, pues hasta acá nomás.-

Su esposo, quien nació en 1929, ahora sale a algunos poblados a vender algunas frutas y verduras, pero la última vez que fue a Candelaria no lo querían dejar vender…

-Ahorita ya no hay negocio. Más que tenemos el vicio como del tomador, más que se cae, más que se raspa su rodilla, su brazo pero ahí va; así estamos… Antes era negocio, pero ya no.

Con el tiempo que Doña Áurea lleva en su puesto, ha visto los cambios en la economía que se reflejan en la calidad de vida:

-Antes comprábamos algo para la casa: unos animalitos, otras cosas, pero ya no se puede por lo que hay muchos vendedores y de todo está así, pues de todo se queja la gente. Como ahora que subieron todas las cosas. Y ahora donde hay muchos hijitos… Por eso no paramos. Ni él para (su esposo); ma’sea para comprar un jabón, una bolsa de fab, algo… En todo negocio ya no hay negocio.

La charla se llevó a cabo mientras extendía la hoja de plátano que, principalmente en ésta época de lluvia, tiene que extender para que no se rompa. Y sólo tuvimos una interrupción por una venta de 5 pesos… La charla duró casi 50 minutos.

Ella no sale a vender  a otros pueblos porque, como dijo, “quiere dinero cargador, camión, pero ya no me arriesgo, ya no puedo cargar como antes”.

Doña Áurea Villareal no tiene un horario establecido,  pero tampoco puede dejar su puesto solo:

-Hay que venir a dar la vuelta al puesto, a la hora que yo pueda. Estar puntualmente no se puede. Todo depende de la venta…

 

El Defensor La voz de Oaxaca. Año II. No 46. 1ª quincena de Octubre del 2002. p. 11

 
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